Nuestra historia comienza cuando decidimos abandonar la aldea donde habíamos vivido situada en la Ciénaga Espesa. Bien por motivos personales como es el mio o bien solo por vivir aventuras o conocer mundo, la cosa es que la aldea se nos había quedado pequeña y abandonamos la aldea con prácticamente lo puesto y algunos regalos de familiares y amigos para poder defendernos en caso de necesidad. Marchamos los tres amigos; Matondo el humano, Grunyar el enano y yo, Eloin el semielfo.
Marchamos a PuntaArena, por una parte era el pueblo grande más cercano y por otra, estaban celebrando una festividad especial para mi y no hay nada mejor que un pueblo en fiestas. Por lo que emprendimos el camino primero por la ciénaga y la naturaleza hasta llegar al camino principal en el que nos encontramos trasiego de visitantes y comerciantes en dirección también a PuntaArena con motivo de las fiestas en honor de Desna.
Llegamos a PuntaArena y nos sorprendió mucho. Música, olor a rica comida, bailarines, sonido de risas. Al llegar apenas nos alojamos en la posada que nos habían recomendado los lugareños, el Dragón Oxidado, marchamos para presenciar el acto principal: la suelta de mariposas.
Cuenta una leyenda que uno de los avatares de Desna cayó de los Cielos después de una gran batalla con Lamashtu. Un niño ciego huérfano cuidó a su avatar y lo trajo de vuelta a la salud, y para dar las gracias al niño, la diosa lo transformó en una mariposa inmortal. De esta forma, el niño podría volar para siempre en el día y la noche, viendo todas las maravillas del mundo.En honor de este acontecimiento, la Iglesia cría mariposas, liberándolas desde un carro cubierto en el primer día de otoño, frente a una multitud de fieles. Estos “niños de Desna” llenan el aire durante el resto de la jornada, un día de canto, festejos y narración de cuentos.
Desna es la diosa a la que profeso, por lo que no podía perderme semejante espectáculo por lo que fuimos a la puerta de la catedral donde el Padre Zantus, el clérigo encargado de dirigir la Capilla de Punta Arena, tras reunirse la multitud, se dirigió a ellos:
-“Amigos, viajeros y peregrinos, queda inaugurado el Festival de Desna!!”
Tras la proclama, múltiples carros dispersos por Punta Arena fueron destapados y multitud de mariposas de brillantes y coloridas alas color azul fueron liberadas simultáneamente seguidas por un fuerte estruendo causado por la magia del Padre Zantus, y de una exclamación de sorpresa por parte de los presentes. Un espectáculo como jamas había visto y que recordare siempre.
Los niños perseguían las mariposas entre juegos y los mayores aplaudían y yo, rece en silencio por Desna pidiéndole ayuda en mi búsqueda. Mi trance fue interrumpido por el grito de una mujer seguido de una explosión. En un segundo, todo era un caos con gritos, gente huyendo, olor a humor y carne quemada y unos seres pequeños verdosos destrozando todo y atacando a los indefensos: ¡Goblins!
Con una simple mirada a mis compañeros, sabia que teníamos que hacer. Me encargué de ayudar a los niños y ancianos a buscar refugio mientras Matondo y Grunyar se lanzaban a detener a los invasores.
Los goblins, aun pudiendo parecer cómicos por su comportamiento caótico y despreocupado, pueden ser enemigos terribles sobre en todo en número por lo que había que atacar rápido y duro.
Cerca de donde se encontraba el padre Zantus curando a los heridos, apenas a unos pasos de donde lanzaba su discurso, avistamos a un grupo de Goblins encabezados por una goblin más grande que arengaba a los saqueadores de la misma manera que lo hace un bardo. Los Goblins acababan de incendiar un carros con pequeñas antorchas en sus manos. Nos reagrupamos y la atacamos. Como se encontraba regodeando del caos que habría creado no se dio cuenta de nosotros hasta que fue demasiado tarde. Yo lance un hechizo de grasa para desequilibrar a los Goblins mientras nos acercábamos y comencé a disparar flechas mientras Grunyar y Matondo llegaban con sus armas dispuestas.
El combate no fue rápido y no dimos cuartel a la Cantora Goblin ni a sus seguidores. Matondo y yo los manteníamos a raya con flechas hasta llegar Grunyar con su hacha. Al morir los Goblins, yo agarre el látigo que portaba la cantora pensado que igual me seria de utilidad y lo cierto es que ha sido una de las mejores decisiones que he tomado nunca.
Nuestra victoria daba esperanza a los lugareños a la vez que hizo que algunos saqueadores huyeran despavoridos y persiguiéndoles en dirección norte escuchamos el ladrido incesante de un perro de grandes colmillos Al llegar al lugar vimos a otro grupo de Goblins y otro con aspecto de ser más peligroso montado en un perro. Este grupo estaba acosando a un joven con ropas de valor junto al perro del que escuchábamos el ladrido. No pudimos impedir que el goblin montado acabara de un tajo con el fiel animal mientras el despavorido noble pedía auxilio.
Pudimos actuar con sorpresa y atacar, primero al objetivo más poderoso flanqueándolo y golpeando con saña y sin descanso para luego acabar con otro goblin. Dejamos que los otros dos huyeran para ayudar al joven que se presentó como Aldern Manovulpe, mostrándose muy agradecido por salvarle la vida.
Tras esta victoria, no quedaron goblin en el pueblo puesto que huyeron al verse sorprendidos por la resistencia de los lugareños, quizás inspirados por nuestra valentía. No hubo ya tiempo sino para ayudar a apagar fuegos, curar a los heridos y llorar a los caídos.
A la noche, con los cuerpos y almas cansados volvimos a la posada donde Ameiko Kaijitsu, la dueña del Dragón Oxidado nos recompenso con alojamiento y comidas gratis por una semana.
Al estar intrigado por la historia de la bella propietaria compartí vino, canciones e historias con ella. Le conté de mi búsqueda en pos de mi padre de raza elfa, que abandonó a mi madre cuando me tenia en el vientre y no volvimos a tener noticias de el, de si vive o muere, de si le importamos o no. También le hable de mi marca de nacimiento, la que según mi madre significa que Desna ha bendecido mi nacimiento y me comentó que hablara con el Padre Zantus y que intercedería por mi. La charla fue placentera pero ya con el cuerpo dolorido por las heridas, decidí irme a dormir… una sorpresa más hubo, pero mi honor de caballero me impide hablar de ello.